domingo, 29 de septiembre de 2013

Silvio Piola: a un siglo

Aldo Bonanni

Un día como hoy, pero de hace un siglo, nació en Robbio, Italia, Silvio Piola, prototipo del clásico centro delantero italiano: ancestro en el campo y modelo de los Paolo Rossi, Schillaci, Vieri o Toni. Igual de potente y efectivo ante el marco que cualquiera de ellos, aunque sin duda con más técnica. Goleaba indistintamente con ambas piernas, remataba de cabeza y tenía un preciso disparo de media y larga distancia. Campeón del mundo en 1938, sigue ostentando la marca de ser el máximo realizador en toda la historia de la Serie A, y es también el tercer máximo anotador de la selección italiana. Por supuesto, es también el hombre que más goles ha anotado vistiendo la casaca de la Lazio, el equipo de sus mejores años.
Piola inició su carrera en el Pro Vercelli en 1929. Sus cualidades llamaron la atención de Eugenio Gualdi, presidente de la citada entidad romana, quien lo llevó a la misma, donde Piola viviría el clímax de su carrera. Con este club fue capocannonieri de la Serie A en 1936–37 y 1942–43, en ambas ocasiones con 21 goles.
Vittorio Pozzo lo convocó a la Nazionale B en 1934, para la cual disputó 6 partidos y anotó 11 goles que le valieron formar parte del equipo mayor, con el que debutó el 24 de marzo de 1935 en Viena, derrotando Italia a domicilio a Austria con dos goles suyos dentro de la Copa Dr. Gerö, un antecedente de la actual Euro y de la cual los azzurri se proclamaron campeones. Ese fue el primer título de Piola con Italia, pero el más importante, por supuesto, fue la Copa del Mundo de 1938, en la cual formó una gran pareja con Giuseppe Meazza. Con sus 5 goles, Piola fue el máximo goleador de su seleccionado y el tercer mejor anotador del torneo.
Jugó en total 34 partidos con la selección A de Italia. Para lo anecdótico resalta que el 13 de mayo de 1939, en Milán, se le adelantó nada menos que 47 años a Maradona en hacerle un gol con la mano a Inglaterra.
En 1943, mientras Italia se rendía a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, abandonó la Lazio y pasó a formar parte no de cualquier Torino, sino del Gran Torino, aquel mítico equipo en el que ya militaban Valentino Mazzola, Ezio Loik y Guglielmo Gabetto, con quienes integró una delantera de ensueño. Como dato curioso, fue en su etapa con este club en la cual Piola logró su mejor registro goleador en una temporada liguera, con 27 tantos.
Tras la interrupción de las competencias por el conflicto bélico, se integró a la Juventus, y después de dos temporadas pasó al Novara, donde se retiró en 1954, a la edad de 41 años. Como técnico dirigió al Cagliari.
Silvio Piola, tal vez el mejor “9” de toda la historia del calcio, falleció el 3 de octubre de 1996.


La ficha de su trayectoria

Para verla únicamente dale “click” a la siguiente imagen y recuerda que el presente trabajo es fruto de muchos años de investigación. Te agradeceré me des el crédito si usas esta información, tal como yo lo hago con quienes me apoyaron al respecto.


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miércoles, 25 de septiembre de 2013

El centenario de Bican: el hombre que más goles ha metido

Aldo Bonanni

El futbol es como un teatro, la gente paga por ello, por divertirse con los jugadores. Por lo tanto, así nos debemos conducir.

Josef Bican

El 25 de septiembre de 1913, es decir hace un siglo, nació en Viena el hombre que más goles ha anotado a nivel mundial en competencias de primera categoría en toda la historia: Josef Bican.
Integrante del wunderteam de los años 30 del siglo pasado, disputó con Austria la II Copa del Mundo, en la cual los centroeuropeos ocuparon la cuarta posición. Bican hizo sólo un gol en esta contienda, pero los otros 1478 que anotó a lo largo de su trayectoria profesional lo convierten en el amo y señor absoluto en este rubro, superando a cracks como Gerd Müller, Arthur Friedenreich, Pelé, Ernest Willimowski o su compatriota Franz Binder, todos ellos también por encima del millar de goles.

Magnífico cobrador de tiros libres y penales con ambas piernas, jugaba generalmente como interior, pero la verdad es que era capaz de ocupar cualquiera de las cinco posiciones que en su tiempo se estilaban en las delanteras: podía estar en ambas bandas, también como extremo, o jugando como centro delantero. Así de impresionante resultaba su versatilidad. Por si lo anterior fuera poco, también era capaz de correr los 100 metros planos por debajo de los 11 segundos, otra marca espectacular si consideramos los estándares de su época. Basta comparar su registro de 10.8 con el 10.3 logrado por Jesse Owens en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Esa velocidad constituyó el secreto para que consiguiera otro récord: el de nunca haberse lesionado. Al respecto solía decir que “el buen jugador no debe permitir que el adversario tenga la posibilidad de lesionarle. Para ello debe evitar toda situación de peligro y alejarse con el balón controlado”.
Bican inició su carrera en las inferiores del Hertha Viena a la edad de 12 años. Se había quedado huérfano de padre luego de que éste, futbolista también, falleciera a consecuencia de un golpe en los riñones recibido durante un partido. Su madre, ayudante de cocina en un restaurante, apoyó las aspiraciones de su excepcional hijo a pesar de las dificultades económicas por su viudez.
La esperanza dio frutos, y “Pepi” pasó al Schustek y luego al Farbenlutz antes de ingresar al equipo amateur del Rapid Viena. Ahí, ya con 18 años y dando las primeras muestras de su incomparable capacidad realizadora, dio el salto a la reserva y en muy poco tiempo al primer equipo. La temporada de su consagración fue la 1933–34, en la cual Hugo Meisl lo incluyó en el seleccionado austriaco, el ya referido e inolvidable wunderteam, y al final de la cual logró el primero de los 12 títulos de goleo individual que obtuvo a lo largo de su carrera. Las 28 anotaciones con las que se transformó en el máximo artillero de la liga austriaca fueron su pasaporte para el único mundial que disputó: el ya mencionado de Italia en 1934, donde formó en una delantera encabezada por otro genio: Matthias Sindelar. El único gol mundialista de Bican fue el que le hizo a Francia en Turín el 25 de mayo, dentro de los octavos de final.
En 1935 pasó al Admira vienés, pero en 1937 decidió fichar por el que sería el equipo de sus amores: el Slavia de Praga. Fue vistiendo la casaca rojiblanca de este conjunto que Bican logró sus más impresionantes registros goleadores, obteniendo con ella otros 10 títulos de máximo realizador, siete de ellos de manera consecutiva.


Pese a que un error burocrático le impidió disputar la Copa del Mundo de 1938, debutó con la selección checoslovaca en agosto de ese año. Tras la desaparición temporal de este país, Bican vistió la playera de Bohemia–Moravia, con la cual una vez le hizo un hat trick al orgulloso representativo de la Alemania nazi.
Hablando de regímenes totalitarios, nuestro biografiado se destacó también por la habilidad de evadir la política y dedicarse únicamente al futbol. Regateó sucesivamente a Hitler y a Stalin cuando tendieron su intervencionismo sobre Checoslovaquia, dejándolos igual que a los defensas: tendidos sobre el césped con la impotencia de no poder alcanzarlo.



Para Kubala, otro monstruo del balompié que también supo gambetear al comunismo, no hubo mejor futbolista en toda la historia que Bican. En 1958, cuando Laszi ya era un consagrado en el Barcelona, su ídolo de la infancia colgaba –al fin– los botines, tras más de 30 años de habérselos puesto por primera vez, y dejando la ya referida estela de casi 1500 goles anotados como profesional.
Dejó también como legado su filosofía de dar espectáculo no sólo en cada partido, sino en todo momento en que tuviera contacto con el esférico. Prueba de ello era que la afición se congregaba únicamente para verlo entrenar, y aunque más de un club llegó a aprovecharse de ello cobrando la entrada para las prácticas, el crack austro–checo llevó siempre una vida austera. Ya en su vejez, solía criticar la falta de entrega y profesionalismo de los futbolistas millonarios.

Josef Bican recibió en 2001 un reconocimiento de la IFFHS por los 12 títulos de goleo individual que logró a lo largo de su carrera. El 12 de diciembre de ese año partió al firmamento, donde ahora quizá sea posible verlo con un buen telescopio: uno de los asteroides ubicados entre Marte y Júpiter fue nombrado Pepibican en su honor. Tal vez su alma goleadora brille junto a ese cuerpo espacial, con el mismo destello de la moneda conmemorativa que hoy ha puesto en circulación el Banco Nacional de la República Checa por el centenario del hombre que más goles ha metido.



La ficha de su trayectoria

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viernes, 6 de septiembre de 2013

El centenario del “diamante negro”

Aldo Bonanni


Hace exactamente 100 años nació en Río de Janeiro el delantero centro brasileño Leónidas da Silva. Llamado “la perla negra”, “el diamante negro” y “el hombre de goma”, entre otros sobrenombres, está considerado como la primera gran figura internacional del futbol de su país, principalmente merced a su actuación en la III Copa del Mundo, celebrada en Francia en 1938, en la cual se proclamó máximo goleador del certamen, con siete anotaciones. Fue el único ausente importante en el partido semifinal en el cual Brasil cayó ante Italia, viendo así truncadas sus posibilidades de obtener su primer título mundial.
Antes de ser una celebridad, Leónidas visitó México, durante la gira que su club en ese momento, el Botafogo, realizó por nuestro país en 1936. En particular son destacables dos sucesos: que estuvo en el partido inaugural del Parque Asturias de la Calzada del Chabacano, en la capital del país, el 1 de marzo del referido año, cuando el cuadro de la casona venció a los sudamericanos por 4–2, y que su último gol con la camiseta del Botafogo lo anotó en canchas mexicanas.


También participó en la Copa del Mundo de Italia 1934 y en la Copa América de 1946, marcando 21 goles en 19 partidos oficiales con la selección brasileña. Se le considera sucesor de Arthur Friedenreich y antecesor de Pelé. Es recordado por ejecutar magistralmente la “bicicleta” o “chilena”, de la cual muchos le atribuyen la invención.
Actuó sucesivamente para el São Cristóvão, Sírio Libanês, Bonsucesso, Peñarol de Uruguay, Vasco da Gama, Botafogo, Flamengo y São Paulo. En toda su carrera con clubes marcó más de 500 goles.
Era, como lo consigna la Gran Enciclopedia del Fútbol (Océano, 1982), un jugador veloz y acrobático, malabarista con el balón, poderoso físicamente y con un gran remate de cabeza. Cuenta una leyenda que en el partido de octavos de final de la Copa del Mundo de 1938, aquel espectacular encuentro en el que Brasil ganó a Polonia por 6–5, con cuatro goles de Ernest Willimowski por el lado europeo y tres de Leónidas por el sudamericano, el gran delantero brasileño, incómodo con el terreno fangoso, se quitó los botines y jugó descalzo. La película que subsiste de dicho partido, a pesar de su escasa nitidez, no parece confirmar esta historia, pero es un hecho que Leónidas, como sea, se acomodó a las circunstancias en aquella oportunidad, y se erigió en el líder de una gran victoria.
Leónidas brillaba en las grandes ocasiones y a menudo se ausentaba en los partidos rutinarios. Resulta un gran ejercicio de la imaginación pensar qué hubiera ocurrido con él si su rendimiento hubiese sido más constante, pues con el estilo citado de aparecer casi exclusivamente en las grandes ocasiones terminó por marcar 528 goles totales en su carrera.

Se retiró del futbol activo en 1951, en un encuentro de un combinado São Paulo–Bangú disputado en Bélgica. Ejerció durante algún tiempo como técnico del São Paulo, y posteriormente como comentarista. Se mantuvo, en fin, de una u otra forma conectado con el futbol, hasta que, a mediados de los años 70 del siglo pasado, el Alzheimer comenzara a minarlo. Falleció, casi en el olvido absoluto, el 24 de enero de 2004, a la edad de 90 años.



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