viernes, 17 de enero de 2014

“El Pirata” de la Fuente: un siglo de la leyenda

Aldo Bonanni

Parte 3 de 3

El mejor Veracruz de la historia


Conminado a volver a su patria chica para encabezar en el campo al naciente club del puerto jarocho, Luis de la Fuente se enfundó la casaca roja y, poco a poco, fue llevando a los que con el tiempo serían identificados como “Tiburones Rojos” a convertirse en protagonistas de los primeros años de la liga profesional en México. Tras ocupar el séptimo y octavo lugar respectivamente en las temporadas 1943–44 y 1944–45, vino la inolvidable campaña 1945–46. Para el Veracruz fue la más espectacular de la historia: ganó 20 de los 30 partidos del campeonato, hizo 45 puntos y anotó la friolera de 105 goles. Más allá de eso, consiguió su primer título. Aquel Veracruz legendario solía formar con Joaquín Urquiaga en la puerta; Velázquez y “el Negro” León en la defensa; “Chito” García, el peruano Lecca y “Pachuco” Durán en la media; Lazcano, Valdivia, “el Pelón” González, “el Pirata” y Jorge Enrico en el ataque.
En 1946–47 Luis de la Fuente logró el mejor registro goleador de toda su trayectoria en ligas, marcando 17 anotaciones. Pese a ello el Veracruz, aunque metió 85 tantos, solo pudo alcanzar la tercera posición del campeonato. No obstante, para la temporada 1947–48 un nuevo título llegó a sus vitrinas, esta vez de copa, tras vencer al Guadalajara 3–1 en la final. Aquella campaña culminó con una derrota que el cuadro rojo vendió cara en el Campeón de Campeones frente al León, monarca de liga, el cual se impuso en tiempos extras 1–0.
La importancia que Luis de la Fuente tenía en el conjunto porteño era tan grande como su identificación con el mismo. Fue capaz incluso de rechazar una oferta del Barcelona para volver a España por la puerta grande. Tal era su cariño y arraigo por el equipo de su tierra natal, al que potenciaba a tal grado que, por ejemplo, el 20 de julio de 1947 fue capaz de doblegar, con un gol suyo, 3–2 al entonces poderoso Ferencvaros húngaro, con todo y Ferenc Puskás en el campo.


En la temporada 1949–50 el conjunto jarocho obtuvo su segundo título de liga. El cuadro base lo formaban Castañeda; Goro, Andrade y Arteaga; Lecca y Buenabad; Quiñones, Grimaldo, Ayllón, De la Fuente y Velázquez, quienes extuvieron a punto de lograr el doblete, pues llegaron también a la final de copa, en la que el Atlas se impuso por 3–1, idéntico marcador con el que los rojinegros vencerían, del mismo modo, en el Campeón de Campeones.
Para la temporada 1950–51, el Veracruz cayó hasta la sexta posición en la liga, y apenas iniciada la campaña siguiente, “el Pirata” anunció su retiro de las canchas. Con su ídolo se fue también la grandeza del Veracruz: apenas dejó de contar con su concurso, cayó a la Segunda División, de la que no volvería sino hasta 1964.

Los últimos años

El 13 de junio de 1954, ante un abarrotado Estadio de la Ciudad de los Deportes (hoy Estadio Azul), Luis de la Fuente recibió un merecido y emotivo homenaje con un partido entre el Veracruz y el Atlante, en el cual vencieron los azulgranas por 3–2. “El Pirata” jugó únicamente 33 minutos, tras los cuales, entre lágrimas, se despidió para siempre de las canchas como jugador.
De la Fuente, como técnico, trató de reconstruir a su Veracruz desde la Segunda División, dándole gran impulso a las fuerzas básicas. Por desgracia esta labor fue interrumpida en 1960 por un infarto al miocardio del cual el gran ídolo salió adelante. No tendría la misma suerte cuando, en 1972, lo atacó una fuerte arterioesclerosis que incluso amenazó con hacerle perder una pierna. Como consecuencia de este malestar, un paro cardiaco terminó con su vida el 28 de mayo de ese año.
De acuerdo con lo narrado por su hijo Antonio, el médico que le practicó la autopsia señaló que el corazón de Luis de la Fuente era el más grande que había visto en toda su vida, y que era muy probable que ello explicara en parte las inusuales habilidades atléticas del ídolo veracruzano.


Anecdotario, datos, cualidades…

* Luis de la Fuente nunca pudo mostrar sus cualidades en una Copa del Mundo. Tras la ya narrada eliminación de 1934, los dirigentes mexicanos declinaron participar en el mundial de 1938. En aquel año, “el Pirata” logró el único título que alzaría con la entonces casaca guinda del equipo nacional: la medalla de oro en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe disputados en Panamá. Cancelados los mundiales de 1942 y 1946 debido a la Segunda Guerra Mundial, fue convocado para las eliminatorias rumbo al de 1950, y jugó tres partidos en los que marcó cuatro goles. No obstante, quedó fuera del equipo final que asistió a Brasil.
* Jugó en total nueve partidos oficiales con la selección nacional, marcando siete goles.
* El periodista Antonio Andere dijo de él que fue tan bueno como Di Stéfano, pero que no tuvo tanta publicidad.
* Inspiró la canción Veracruz, de su amigo Agustín Lara, y el personaje de historietas “El Pirata Negro”, creado por el artista gráfico Joaquín Cervantes Bassoco.


* El estadio del Veracruz es el único entre los pertenecientes a los actuales clubes de la Liga Mx que lleva el nombre de su mejor futbolista.
* Siempre impulsó a sus compañeros a aceptar las oportunidades de jugar en el extranjero. Él, que acompañara a Manuel Alonso en el Racing de Santander y a “Tití” García Cortina en el Vélez, le ofreció a José Luis Borbolla, su ex compañero en el Marte, la mitad de su salario mensual con tal de que aceptara la oferta para jugar en el Real Madrid.
* Ha sido el jugador más completo entre los nacidos en México en toda la historia. Aunque se desempeñaba preferentemente como interior izquierdo, posición equivalente al 10 en el sistema clásico, podía ocupar cualquiera de los cinco puestos que se estilaban en las delanteras de su tiempo. Tenía una extraordinaria visión de campo, lo que lo hacía un armador fuera de serie. Poseía un disparo potente pero sobre todo preciso, y era también formidable en los remates de cabeza. Su dominio del balón era impecable.
* Logró en total cinco títulos de liga (España 1933–34 y 1935–36; Marte 1942–43; Veracruz 1945–46 y 1949–50) y dos de copa (América 1937–38 y Veracruz 1947–48), además de la ya citada medalla de oro en los Centroamericanos de 1938 con México.
* Sin ser centro delantero, marcó en ligas 136 goles en 296 partidos. El registro total de su carrera, aún en proceso debido a la dificultad que representa contabilizar todos sus encuentros amistosos, ronda los 200 tantos, lo cual representa una cifra impresionante para alguien cuya misión primordial en el campo no era culminar las jugadas.
* El que esto escribe no involucrará su opinión para sentenciar si Luis “el Pirata” de la Fuente ha sido el mejor futbolista mexicano (y del área de Concacaf) en todos los tiempos. Lo que resulta incuestionable es que en una hipotética selección nacional de toda la historia nadie le arrebataría la posición de 10 al inolvidable futbolista que hoy cumple 100 años de haber nacido.


Bibliografía y otras referencias
Testimonio escrito, documental y en video de Antonio de la Fuente Varela, hijo de Luis de la Fuente, a quien agradezco particularmente las imágenes proporcionadas.
Calderón Cardoso, Carlos. Por amor a la camiseta (1933–1950). Volumen 2 de la colección de Editorial Clío sobre historia del futbol mexicano, 1998.
Sotelo, Greco. El oficio de las canchas (1950–1970). Volumen 3 de la colección de Editorial Clío sobre historia del futbol mexicano, 1998.
Marcos, Fernando. Mi amante el futbol. Grijalbo, 1980.
Wolfson, Isaac. Historia Estadística del Futbol Profesional en México. Edición del autor, 1996.
Ramírez, Carlos F. 11 Décadas de Fútbol Mexicano. Octavio Antonio Colmenares y Vargas, editor, 2010.
Diarios La Afición, Esto, Ovaciones, Mundo Deportivo, ABC Madrid, ABC Sevilla y El Informador de muy diversas fechas.
Boletín oficial del FC Kreuzlingen, agosto de 2012.
Archivo de la RSSSF.
Archivo de Maxim Olenev.

Nota especial: este blog publicará en breve la ficha estadística de Luis de la Fuente.

Si tienes algo que agregar o corregir sobre este tema, hazlo en los comentarios o escríbeme al correo abonannti@yahoo.com.mx poniendo en el tema del mensaje la palabra futbolpedia.
Las imágenes son utilizadas únicamente con fines ilustrativos y yo no soy el poseedor de los derechos de las mismas. Algunas de las utilizadas para esta serie pertenecen a Antonio de la Fuente Varela.
Mi grupo de Historia del Futbol en Facebook:
https://www.facebook.com/groups/365171053539560/?bookmark_t=group

viernes, 10 de enero de 2014

“El Pirata” de la Fuente: un siglo de la leyenda

Aldo Bonanni

Parte 2 de 3

La eliminatoria para Italia 1934

Luego de algunos amistosos de preparación, México comenzó su camino en la ronda clasificatoria rumbo a la segunda Copa del Mundo enfrentándose a Cuba en una serie de tres partidos en la Ciudad de México que concluyeron con el mismo número de victorias (3–2, 5–0 y 4–1). “El Pirata” únicamente vería acción en la última de ellas. Quedaba ahora el enfrentamiento contra Estados Unidos para definir qué equipo representaría al área en el mundial. En una de las más extrañas y polémicas decisiones tomadas por la FIFA a lo largo de la historia, ambos seleccionados debieron dirimir la contienda futbolística en el Estadio Nazionale Fascista de Roma apenas tres días antes del inicio de la justa. Así, el equipo mexicano, lleno de ilusiones, se embarcó en el “Cierraventana” rumbo a tierras europeas. Una vez ahí, en medio de la desorganización de los directivos, la injusta repartición de los viáticos prometidos y la falta de entrenamientos adecuados, el cuadro nacional, presa del nerviosismo, saltó al césped del hoy conocido como Estadio Flaminio el 24 de mayo de 1934… ¡sin Luis de la Fuente! Su ausencia, como era de esperarse, pesó en el desempeño del seleccionado, que cayó vencido por los estadounidenses por 4 a 2.

Con el Racing de Santander

Ante la imposibilidad de disputar el mundial, la selección mexicana se vio obligada a buscar una serie de juegos amistosos en Europa. Pocos registros han quedado en la prensa de la época referentes a esos partidos. De acuerdo con el testimonio de Antonio de la Fuente Varela, hijo del inmortal futbolista y su principal biógrafo, México se enfrentó a Holanda y a Suiza, seleccionados que salieron de la Copa del Mundo Italia 1934 en octavos y cuartos de final respectivamente. Aunque dichos enfrentamientos terminaron con victorias para México (2–1 ante los naranjas, con un gol del “Pirata” y 4–1 ante Suiza con triplete del jarocho), ninguna de las federaciones involucradas los ha reconocido como oficiales. Por otra parte, existe registro de un encuentro disputado ante el equipo suizo FC Kreuzlingen, con victoria mexicana por 2–1. En un boletín oficial emitido por el club en 2012 hay un artículo donde hace alusión al partido, y lo cita como el único que ha disputado en toda su historia ante una selección nacional.
La exitosa gira concluyó en España, con una derrota el 16 de junio en El Molinón de Gijón contra una selección de Asturias (2–5). Cabe mencionar que dicho descalabro se produjo por lo apresurado del viaje a la capital de la Costa Verde, y que además se enfrentó a un poderoso cuadro basado en el Oviedo, sin duda uno de los mejores conjuntos de la liga española en aquella época. Esta selección asturiana alineó íntegra a la célebre “delantera eléctrica” (Casuco, Gallart, Lángara, Herrerita y Emilín). A pesar de ello y del resultado, todas las crónicas del partido destacaron el buen futbol practicado por los mexicanos.
Tras lo mostrado en su periplo por el Viejo Continente, tres integrantes de la selección se quedaron a jugar en tierras hispanas: el defensa Carlos Laviada precisamente en el Oviedo, mientras que Luis de la Fuente y Manuel Alonso firmaron con el Racing de Santander. En el caso del “Pirata”, se dio el lujo de desestimar una oferta del Valencia. El cariño que le unía a esa tierra cantábrica de donde procedía su madre y en la que él mismo pasara una parte de su infancia fue determinante a la hora de decidir.
La suerte de los dos mexicanos fue distinta con el cuadro sardinero. Alonso encontró difícil quitarle el puesto a Cisco como ariete, y tuvo escasas apariciones, casi siempre alineando como extremo. Por el contrario, De la Fuente se convirtió en un titular indiscutible que brilló durante toda la campaña 1934–35, tanto en el Campeonato Regional Mancomunado (donde le marcó el inolvidable gol a Zamora reseñado en la primera entrega de este homenaje) como en la Liga y en la Copa. Al final, la temporada se saldó para él con 34 partidos y 17 goles entre los tres torneos. Todo pintaba como para seguir triunfando con el Racing, pero en España ya se respiraban los vientos difíciles de lo que luego sería la Guerra Civil, y los mexicanos –alentados por el excepcional dirigente Baltazar Junco– decidieron volver para enrolarse de nuevo en el Club España para la temporada 1935–36.

España, América y Atlético Corrales

Luis de la Fuente volvió, y con él también regresó el título de liga a las vitrinas del España, que para esa campaña había armado un gran equipo, destacando en el mismo Raúl “el Jorobado” álvarez en la puerta, los ticos Eduardo Goldoni y Rodolfo “Butch” Muñoz (defensa y medio respectivamente), y al frente los dos recién repatriados, quienes se reunieron con “Tití” García Cortina y formaron también con gente como José “Picos” López Herranz.
La temporada 1936–37 fue dominada nuevamente por el Necaxa, y el España fue relegado hasta la cuarta posición. Para entonces “el Pirata” ya no se sentía cómodo en el club albinegro, y por ello cambió de aires para la campaña 1937–38, en la cual se enfundó la casaca del América, al cual había sido cedido a préstamo. Los cremas, que no veían la suya desde su tetracampeonato en los años 20, fueron conducidos por el jarocho para ganar la Copa México de aquella temporada, venciendo al España 3–1 en la final, el 24 de junio de 1938. Para el siguiente torneo De la Fuente regresó al España, y el América no volvería a levantar copa alguna en casi 20 años.
Aunque con una de las mejores producciones ofensivas de toda la historia del futbol mexicano (46 goles en 12 partidos), el España apenas pudo alcanzar el tercer puesto en la liga 1938–39, detrás del Asturias y del Euzkadi. Las diferencias del “Pirata” con la directiva hispanista se habían agudizado, pero su costumbre de reforzar casi a cuanto cuadro se lo pidiera cuando equipos extranjeros hacían giras por el país le condujo a su siguiente aventura.
En junio de 1939 llegó a México el Atlético Corrales paraguayo, equipo que desde abril del mismo año había iniciado un impresionante recorrido por el continente, solo comparable al realizado por el Audax chileno en 1933. De la Fuente, quien ya había enfrentado a los sudamericanos como refuerzo del América el 4 de junio, les marcó cuatro goles el 16 de julio en el Parque Necaxa vistiendo todavía la camiseta del España, que triunfó 10–3. Sería la última vez que lo haría en casi un año, pues el equipo paraguayo le convenció de hacer el resto de la gira con ellos. De este modo, el veracruzano recorrió con el Corrales El Salvador, Costa Rica, Panamá, Colombia, Curaçao, Surinam, Venezuela, Ecuador y nuevamente Colombia, donde la afición se le rindió, proclamando que era el mejor futbolista que había pisado aquellas tierras. Fue particularmente elogiado por la prensa del país cafetero al marcarle al Atlanta bonaerense en los dos partidos que el Corrales jugó contra el mismo. Fue quizá de este modo que su nombre comenzó a sonar en Argentina.

Vélez Sarsfield

Concluida la inolvidable aventura con el club paraguayo, en el cual alternó con gente como el seleccionado guaraní Avelino Acosta, el goleador Alberto “Cañón” Casco o el extremo argentino José “Che” Gómez, Luis de la Fuente debió volver a México, donde jugó un último partido con el España, de copa, marcando dos goles. Para ese entonces su amigo Luis García Cortina se había marchado, junto con el catalán Juli Munlloch, al Vélez Sarsfield de Argentina. Ambos jugadores habían llamado la atención del “Fortín” tras realizar éste una gira por México. Consciente de la situación de su amigo, quien ya no quería permanecer en el España, “Tití” lo invitó a incorporarse al Vélez, y “el Pirata” aceptó, iniciando así otra exitosa aventura en su carrera. Con el cuadro de la “v” actuó en 17 partidos, marcando 5 goles y formando con García Cortina una pareja que potenció el ataque del “Fortín”. El 24 de noviembre de 1940 se destacó en un partido inolvidable, superando al mítico Arsenio Erico y al Independiente (5–4) en una tarde en la que marcó dos goles. Fue tanta la atención que llamó en Sudamérica que incluso se interesó en ficharlo el Peñarol de Uruguay, que por aquel entonces hacía tremendos esfuerzos por superar –sin éxito– al Nacional del “quinquenio de oro”. El Vélez se rehusó a traspasarlo.
No obstante, la crisis económica por la que atravesaba la institución fortinera impulsó a los mexicanos y a su compañero catalán a dejar al club y volver a México. Tras su partida, Vélez descendió.

Campeón con el Marte


De vuelta en México, Luis de la Fuente aceptó jugar una serie de partidos amistosos con el Atlante, incluida la Decena Deportiva Internacional disputada por los azulgranas en El Salvador, a manera de representativo mexicano, en julio y agosto de 1941. La liga 1940–41 inició tardíamente hasta esas fechas, y para cuando el Atlante volvió de Centroamérica “el Pirata” prefirió la oferta del Marte por sobre la del equipo del general Núñez. 

Con el cuadro de blanco se reuniría luego con viejos compañeros como Manuel Alonso y José “Che” Gómez, junto con los cuales logró el título de liga 1942–43, el último de la era amateur del futbol mexicano. Para ese entonces ya se preparaba la entrada oficial del profesionalismo, y entre los equipos que militarían en la liga se encontraba el naciente Veracruz. “El Pirata” estaba por volver a las playas lejanas…

viernes, 3 de enero de 2014

“El Pirata” de la Fuente: un siglo de la leyenda

Aldo Bonanni

Parte 1 de 3

Yo nací con la luna de plata
y nací con alma de pirata.
He nacido rumbero y jarocho,
Trovador de veras.
Y me fui lejos de Veracruz…

Primeros versos de Veracruz, de Agustín Lara.

Madrid, antiguo Estadio de Chamartín, 21 de octubre de 1934. Se juega la octava fecha del Campeonato Regional Mancomunado Castilla–Aragón–Cantabria 1934–35. El todo poderoso Real Madrid –por aquel entonces denominado oficialmente Madrid FC, por los caprichos gubernamentales tan comunes en España– recibe al Racing de Santander, club que le disputa la punta del referido torneo. Esa tarde la defensa merengue se topa con las constantes incursiones de uno de los dos jóvenes mexicanos que el cuadro sardinero contratara para esa campaña. Aunque Sañudo había adelantado al minuto 10 a los blancos, en el ocaso de la primera parte, al 35, el joven mexicano se hace presente en el marcador y bate al mejor portero del mundo en aquel entonces: Ricardo Zamora. Y el joven, que de ese modo encaminó la victoria de su equipo aquel día por 2–1, no era otro que un pirata venido allende el océano…
Luis de la Fuente de Hoyos, el mejor “10” mexicano de todos los tiempos, nació en el puerto de Veracruz, más concretamente en las calles de Mario Molina y Zaragoza, el 17 de enero de 1914. Era el mayor de los hijos de dos inmigrantes españoles: Segundo de la Fuente, originario de Asturias, y Josefa de Hoyos, de Santander. Cuando recién el pequeño Luis había cumplido los tres meses de edad, la familia se vio obligada, como muchas otras, a abandonar temporalmente el puerto debido a la artera agresión estadounidense iniciada en abril de aquel año. Así, el futuro crack fue llevado a las proximidades de San Martín Texmelucan, en Puebla, y de ahí es de donde sale el falso y nada bien intencionado rumor de que no nació en Veracruz. Otra imprecisión muy difundida es la referente al origen de su apodo, pero la única verdad al respecto es que el mote de “pirata” lo recibió desde niño, cuando jugaba en la cubierta de los barcos Arturo y Tampico, propiedad de sus padres. Fue la tripulación de estos navíos de cabotaje la que lo bautizó así.
En 1919, tras la muerte de su padre, Luis fue enviado por su madre a Santander, en España, para iniciar sus estudios. Fue la primera de sus estancias en el puerto cantábrico. De vuelta al país, hizo sus primeras incursiones en el balompié con el España de su natal Veracruz y con el histórico Sporting del mismo puerto. Cuando ya era un adolescente y estudiaba en un internado de la capital del país, José Sendrá lo llevó al Aurrerá, un equipo de abarroteros vascos. Era 1929. Luis de la Fuente, con tan solo 15 años de edad, jugó su primer partido contra el entonces poderoso Marte, un trabuco que fuera campeón en la campaña 1928–29 y que contaba entre sus filas a óscar Bonfiglio, el portero de la selección nacional, a quien “el Pirata” le marcó el gol con el que el Aurrerá venció por 1–0.
No obstante, era una época de constantes cismas y discrepancias en la Liga Mayor del Distrito Federal, y el Aurrerá no participó en el torneo 1929–30; el de 1930–31 no se disputó, y el equipo de origen vasco tampoco formó parte en el de 1931–32. Más que eso: terminó por desaparecer. Pese a ello, el club más poderoso del futbol mexicano en aquellos años ya le había “echado el ojo” al prometedor futbolista, y De la Fuente fue a parar a las filas del Club España en la temporada 1932–33. Su debut en partido de liga se produjo, al fin, el 11 de diciembre de 1932, frente al Atlante. A partir de ese momento, “el Pirata” se volvió un titular indiscutible con los albinegros, formando la delantera con gente como Gadea, Evangelino Suárez y dos de sus mejores amigos y compañeros de aventuras dentro y fuera del campo: Fernando Marcos y Manuel Alonso. En aquel entonces figuraba además en el club un medio (luego sería delantero) que también se convertiría en fiel acompañante de uno sus periplos: Luis “Tití” García Cortina. No obstante, esa temporada fue dominada por un Necaxa donde ya se empezaban a juntar “los once hermanos”. El España ocupó el cuarto puesto.

Al año siguiente, en la campaña 1933–34, el España terminó empatado en el primer lugar en puntos con el Asturias y el Atlante, por lo cual debió jugarse una serie extra por el título, en la cual los albinegros se impusieron por idéntico marcador (2–1) a sus dos rivales y levantaron el trofeo de campeones. Luis de la Fuente fue parte esencial de dicha conquista, especialmente por haberle anotado en uno de los partidos de la liga regular –el 31 de diciembre de 1933– nada menos que cuatro goles a los azulgranas. Para ese entonces ya había mostrado la clase suficiente para ser llamado, con tan solo 20 años recién cumplidos, a la selección nacional que se preparaba para disputar las eliminatorias rumbo al mundial de Italia 1934. Aunque él lo ignoraba en ese momento, su inclusión en ese equipo lo llevaría a su primera aventura en el extranjero.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Marcos, el crack todólogo

Aldo Bonanni

Parte 3 de 3

En 1952 Fernando Marcos comenzó a trabajar en la televisión mexicana, en la cual sería pionero de las narraciones de partidos de futbol. Decano de este oficio junto a Ángel Fernández, dejó toda una escuela que por desgracia ha sido sustituida en nuestros tiempos por la de los “Perros” y los Martinolis, tan lejanos al nivel intelectual de don Fernando.
De vuelta a los terrenos de juego, Marcos aceptó una nueva oferta para dirigir, en 1954, esta vez al Necaxa. Tal como lo refiere Greco Sotelo en El oficio de las canchas, luego de observar los primeros entrenamientos, concluyó que los titulares formaban una camarilla que impedía el rendimiento del equipo. Al mirar a los jóvenes de la reserva, halló a futuros valores del balompié nacional como Antonio Jasso, Alfredo del Águila, Alfonso Portugal, Jaime Salazar y Jorge Morelos. Sin dudarlo, elaboró una lista de los “figurones” caros e inútiles del primer equipo y se la presentó al licenciado Rivera Rojas, dueño del club, pidiéndole que los despidiera. Éste, rascándose la cabeza, le preguntó con quién demonios pensaba armar un equipo decente. Como respuesta, el técnico señaló a los jóvenes de la reserva. Extrañado, el directivo cuestionó: “¿Con esos pendejitos quiere usted armar un equipo como el que yo quiero?” “Pues sí, señor”, respondió Marcos, “con esos pendejitos, precisamente”.
Tal decisión no fue la única innovadora que tomó al estar al frente de los rojiblancos. Con ellos también se transformó en el primer entrenador en aplicar en México la táctica del 4–2–4, inspirada en la M–W húngara que “mató” a la W–M británica y que unos años más tarde encontraría en el Brasil de Pelé su versión más excelsa.

Tras entregar buenas cuentas con los electricistas (tercer puesto en 1954–55), pasó al Toluca, donde obtuvo el único título de toda su carrera como técnico, el de la Copa 1955–56. La temporada siguiente logró el subcampeonato de liga, solo superado por el Guadalajara de aquellos años, el mejor de toda la historia chiva.
Explicar por qué don Fernando obtuvo únicamente un título en toda su carrera como técnico es como explicar por qué Leonardo da Vinci dejó tan pocas obras con relación a la estatura de su genialidad. Si alguien no comprende la comparación, vuelva a la primera parte de esta biografía.

El creador del clásico

En 1958, Marcos pasó a dirigir al América. El equipo navegaba en los últimos lugares de la clasificación, tal cual había sido su constante casi permanente desde los años 30, ahora incluso con el peligro de descender a Segunda. Amante de los retos, don Fernando salvó a este club capitalino del descenso y lo llevó progresivamente al noveno puesto (1957–58), al cuarto (1958–59) y al segundo (1959–60). Al frente de los cremas, venció por el mismo marcador (2–0) a los tres clubes tapatíos que militaban en Primera en aquel entonces: Oro, Atlas y, por supuesto, las Chivas. Tras ello, haciendo gala de genio y mordacidad, declaró que “la nueva forma de marcar por teléfono a Guadalajara era dos–cero, dos–cero, dos–cero”, despertando la antipatía de la afición de la perla de occidente, y creando así la rivalidad más importante del futbol mexicano de la época. “Ya estábamos listos para retar al Guadalajara”, contaría él mismo más adelante. “Decidimos, ya que ellos eran el muchacho de la película, ser nosotros el villano; si ellos eran los modestos muchachos mexicanos, nosotros íbamos a ser los soberbios riquillos con extranjeros”.
Cría cuervos y te sacarán los ojos, dice el dicho. Marcos no sabía que con su brillantez estaba contribuyendo a gestar un leviatán que con el tiempo él mismo tendría que repudiar de algún modo. Su proyecto para el América fue posible gracias a que el histórico equipo fue comprado por esas fechas por la televisión privada… el resto, bien sabemos, es historia. Cuando la poderosa cadena se apropió del equipo, don Fernando era el candidato idóneo para seguir al frente del mismo. Pero entonces se le presentó otro desafío en el horizonte: dirigir a la selección nacional.

Invicto con México

Guillermo Cañedo, presidente del Club América y uno de los dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol, fue quien le propuso a Marcos que se hiciera cargo de la selección. Él aceptó, pero con una condición: no cobrar nada, ya que consideraba un honor dirigir al representativo de su país. Ello concordaba con una costumbre que mantuvo a lo largo de toda su vida: era todólogo porque vivía de lo demás en lo que trabajaba, menos del futbol. El balompié fue, desde sus primeros años, una actividad extra, aunque en muchas etapas de su existencia le absorbiera la totalidad de su tiempo. En el crepúsculo de su paso por el mundo todavía se ufanaba de ahorrar íntegramente lo que el deporte profesional le había proporcionado.
Durante su breve trayectoria al frente del equipo nacional, no conoció la derrota, y logró lo que en ese entonces constituyó un hito: vencer por primera vez en la historia a Inglaterra. Fue el 24 de mayo de 1959, en el Estadio de la Ciudad Universitaria. Ese día, México supo remontar un 0–1 adverso (gol de Kevan) para lograr una voltereta histórica, con tantos de Raúl Cárdenas (’26) y Chava Reyes (’67).
Lamentablemente, una campaña en su contra surtió efecto sobre el carácter muchas veces explosivo del genio, y al cabo de unos meses arrojó la estafeta de la selección. Peor aún: el exabrupto bastó para que al poco tiempo, luego de volver al América por un tiempo, decidiera no volver a dirigir en su vida.

Maestro del periodismo


Fuera con prensa escrita, radio o televisión, Fernando Marcos cubrió 13 Copas del Mundo de futbol y otros tantos Juegos Olímpicos. Durante más de 20 años, fue el narrador principal de la televisión privada, hasta que, a mediados de la década de los 70, dejó el emporio Azcárraga para irse a la televisora estatal: el Canal 13, más tarde Imevisión. Cuando un colega le cuestionó por qué se había marchado a la competencia, don Fernando le respondió: “No me pasé a la competencia, me salí de la incompetencia”.
Alejado –ahora sí– de su contacto directo con la cancha, se dedicó a hacer historia desde la crónica deportiva. Le tocó narrar, entre muchos otros encuentros, la primera victoria de México en los mundiales (contra Checoslovaquia, 3–1, en 1962) y el partido del siglo (semifinal 1970: Italia 4–Alemania 3). También, por supuesto, aquel 1–1 con Francia en Inglaterra ’66, con el ya rememorado gol de Enrique Borja.


En sus otras facetas, formando mancuerna con Jacobo Morett, hizo gala de su enorme cultura general en la radio, siendo ambos capaces de responder al aire cualquier pregunta sobre cualquier tema. Este mismo compañero de tantas emisiones contó alguna vez cómo don Fernando, haciendo simplemente lo que la inspiración le mandaba, se convirtió en cátedra viviente del periodismo:
Siendo Manuel Buendía director de La Prensa, encargó a Marcos que cubriera el funeral de Pedro Rodríguez. El maestro, entonces, hizo una crónica que culminaba así: “Las mujeres eran las que más lloraban la muerte del piloto, quizá porque son ellas las que más sufren cuando dan la vida”. Una vez publicada, Buendía recortó la crónica, salió de su oficina, la pegó donde todos la vieran y le espetó a la redacción en pleno: “¡Así es como se escribe!”

Para las últimas generaciones que tuvieron el privilegio de verlo en pantalla, don Fernando se hizo célebre por resumir los partidos de futbol únicamente en cuatro palabras. De esa misma época surgió la tan repetida pero pocas veces acreditada frase de “el último minuto también tiene 60 segundos”.
Con el paso implacable del tiempo, la vida fue necesariamente agotando a quien se la bebió a raudales durante tantas décadas. Se mantuvo fuerte y lúcido incluso después del golpe que le supuso la muerte de su esposa Rosita en julio de 1996. Pese a la tristeza, escribió hasta el último día de su periplo entre los mortales. Decidió irse en un mes mundialista por excelencia: julio. El día 18 del año 2000. En el limbo de lo que nunca sucedió, flota un mar de preguntas sobre todo lo que, además de lo que hizo, hubiera podido hacer don Fernando. Como jugador, de no haberse lesionado, formando una delantera de ensueño con “Tití” García Cortina, “el Pirata” Fuente y Horacio Casarín. Como técnico, dirigiendo a la selección en Chile 1962. Como periodista habría que pedirle, desde donde ahora esté, que nos explique lo que pasa con el futbol de hoy en día en cuatro palabras.

Bibliografía


Marcos, Fernando. Mi amante el futbol. Grijalbo, 1980.
Calderón Cardoso, Carlos. Por amor a la camiseta (1933–1950). Volumen 2 de la colección de Editorial Clío sobre historia del futbol mexicano, 1998.
Sotelo, Greco. El oficio de las canchas (1950–1970). Volumen 3 de la colección de Editorial Clío sobre historia del futbol mexicano, 1998.
Wolfson, Isaac. Historia Estadística del Futbol Profesional en México, 1996.
Revistas Teleguía, Siempre y Proceso de muy diversas fechas.
Diarios La Afición, Esto, Ovaciones, La Prensa, El Informador, La Jornada y Excélsior de muy diversas fechas.

Si tienes algo que agregar o corregir sobre este tema, hazlo en los comentarios o escríbeme al correo abonannti@yahoo.com.mx poniendo en el tema del mensaje la palabra futbolpedia.
Las imágenes son utilizadas únicamente con fines ilustrativos y yo no soy el poseedor de los derechos de las mismas.
Mi grupo de Historia del Futbol en Facebook:
https://www.facebook.com/groups/365171053539560/?bookmark_t=group 

martes, 26 de noviembre de 2013

Marcos, el crack todólogo

Aldo Bonanni

Parte 2 de 3

Como se mencionó al final de la entrega anterior, al “morir” el Marcos futbolista “nacieron” muchos Marcos más: el árbitro, el entrenador y el periodista. Fuera de las canchas, donde ya existía el maestro, se le dio a luz por aquellos años al abogado. Más tarde vendrían el director y el productor de cine.
Recién retirado de los campos de juego, don Fernando incursionó en la narración deportiva en la estación XFAT. Poco después, viajó a Berlín para cubrir los Juegos Olímpicos de 1936. Su voz, a partir de entonces, se escuchó en los cines de toda América Latina como el cronista de muchos noticieros que precedían a las películas por aquellos años. En toda su trayectoria, calculaba él mismo, llegó a ser el locutor de más de 5 mil de estos segmentos informativos.
El árbitro apareció en 1937, en la final de Copa jugada el 25 de octubre del referido año, en la cual el Asturias se impuso al América por 5–3. Dos años más tarde protagonizaría uno de los hechos más recordados de toda la historia del balompié mexicano.
El 26 de marzo de 1939, el Necaxa y el Asturias se enfrentaban en un partido de la liga. La rivalidad entre ambos equipos había crecido con los años, y se había acrecentado la campaña anterior, cuando, con tres goles de Horacio Casarín, los rojiblancos le habían endosado a los asturianos un humillante 5–1 que les permitió enfilarse al título de liga 1937–38. Ahora, para el de 1938–39, ambos clubes se disputaban, junto con el Euzkadi y el España, el campeonato. Enardecidos por la rivalidad, los albiazules iniciaron un juego violento contra sus rivales, en concreto hacia el ya citado autor del hat trick la temporada precedente, y quien, para colmo, ya les marcaría el primero del encuentro a los 9 minutos. Tres antes, a los seis, lo “prendió” Carlos Laviada, y salió en camilla. A los 14 Antonio “el Negro” León le dio un planchazo en la rodilla, tronándole el ligamento; se lesionó el menisco, y volvió a salir en camilla. Ahí comenzaron los problemas para Marcos, quien fue acusado de no hacer nada y permitir que la violencia se extendiera por todo el campo. Increíblemente, Casarín volvió a la cancha una vez más, pero a los 18 minutos, en un tiro de equina, José Soto y el ídolo necaxista saltaron en pos del balón. No tocaron la pelota y cayeron. Soto se levantó, pero Casarín gritaba de dolor. Ya no volvería al juego… ni en esa tarde ni en dos años más. No obstante, el juego brusco del Asturias tuvo respuesta: el rojiblanco Marcial Ortiz cometió una clara falta sobre Efraín Ruiz dentro del área. Marcos decretó el penal y el Asturias anotó un gol que le permitiría rescatar el empate a 2. El público, supuestamente enardecido por el resultado, comenzó a prender fogatas que en poco tiempo provocaron el incendio del mayor estadio de aquel entonces en la capital mexicana. Un estadio de madera. La versión oficial de los hechos fue que por el mal arbitraje de Fernando Marcos la afición necaxista quemó el recinto. Nada más injusto para nuestro biografiado. Si, efectivamente, permitió el juego violento, especialmente contra Casarín, ello debe disociarse por completo de lo que hoy, a la luz de los años, bien se sabe, fue un atentado político consentido por el gobierno cardenista, de evidentes simpatías con la República Española. Al otro lado del mar, ésta se desplomaba por aquellas mismas fechas. El incendio del Parque Asturias el 26 de marzo y el ataque al casino del Club España dos días más tarde fueron actos de absoluto cariz político promovidos por alguien a quien el resultado de la Guerra Civil Española, y no el del Asturias–Necaxa, era lo que le molestaba.

Entrenador, abogado, director, productor…

Poco antes de los violentos sucesos del parque Asturias, Fernando Marcos aceptó dirigir a una selección nacional juvenil, incursionando así en la labor de técnico. Al final de cuentas esa primera experiencia no fue del todo grata, pues sus dirigidos perdieron el único partido que disputaron ante un combinado cubano plagado de “juveniles” mayores de 25 años.
Pese al escándalo del incendio, siguió siendo árbitro hasta 1942. Mientras tanto, combinó sus apariciones en el campo con su carrera de locutor y con sus primeras apariciones como cronista en la prensa escrita.
Pero a todo ello sumó también una nueva profesión: en 1938 comenzó a estudiar Derecho en la UNAM, donde fue compañero de los futuros presidentes Luis Echeverría álvarez y José López Portillo, y de donde se graduó como abogado en 1942, mismo año en que comenzó a trabajar para la Cadena Radio Continental. Y ya un año antes el incansable personaje había comenzado a dirigir los noticieros de CLASA para los que prestaba su voz. De este modo, la claqueta y la silla también se hicieron parte de su inagotable currículum.
Las incursiones no se detuvieron ahí: en 1948 Fernando Marcos se convirtió en productor de cine. La película más famosa en la que intervino desde esta posición fue la inolvidable Salón México (1949), con Marga López, Miguel Inclán, Rodolfo Acosta, Roberto Cañedo y Mimí Derba. Sin duda, un clásico de la época de oro.
Pero como el protagonista de esta historia no podía hacer nunca una sola cosa a la vez, en el mismo 1948 encaró su siguiente reto en los terrenos de juego. En una crónica periodística criticó el mal juego del Asturias, equipo que pese a su notable plantilla ocupaba las últimas posiciones del campeonato. El presidente del club, “para quitarle lo hablador”, le ofreció la dirección técnica del conjunto albiazul. Marcos, por supuesto, aceptó. Al final de la temporada, bajo su mando, el Asturias subió hasta la quinta posición. En la campaña siguiente fue destituido del cargo. No por malos resultados. Marcos transmitía para la radio, desde la banca, los mismos juegos que dirigía, y al final de éstos escribía su crónica para el periódico. Ahí estaba el problema: ya desde esa época comenzaba a molestar en México que alguien sobresaliera en tantas cosas. Los cangrejos no perdonan el éxito.


Si tienes algo que agregar o corregir sobre este tema, hazlo en los comentarios o escríbeme al correo abonannit@yahoo.com.mx poniendo en el tema del mensaje la palabra futbolpedia.
Las imágenes son utilizadas únicamente con fines ilustrativos y yo no soy el poseedor de los derechos de las mismas.
Mi grupo de Historia del Futbol en Facebook:
https://www.facebook.com/groups/365171053539560/?bookmark_t=group

viernes, 15 de noviembre de 2013

Marcos, el crack todólogo

Aldo Bonanni

Parte 1 de 3

La imagen va desde aquel triste 18 de julio de 2000, en el Pedregal de San ángel, y de inmediato retrocede hasta pocos meses después de la Decena Trágica, en la San Rafael. Son dos ciudades distintas, aunque tengan la misma denominación. Dos ciudades tocadas, abrazadas al mismo tiempo por quien fue ariete, interior, árbitro y entrenador. Todo esto nada más dentro del campo de futbol. Fuera de él, periodista, cronista, comentarista, columnista, narrador y analista. Fuera del futbol, en otros terrenos de juego, beisbolista, volibolista, saltador triple, velocista y profesor de educación física. Fuera del deporte, lector insaciable, hombre de vasta cultura general, maestro normalista, abogado, productor y locutor cinematográfico. Por si fuera poco, alguien que desde joven aceptó toda clase de trabajos, aunque nunca pidiera ninguno: mozo de cantina, inspector de camiones… quién sabe cuántas cosas más.
Y de vuelta a la imagen, se desliza desde el féretro en alguna funeraria en Félix Cuevas hasta la estampa de un niño en el México de la convulsión revolucionaria, igual yendo de la mano de don Egidio, su padre, a ver jugar al España… igual escapándose de la escuela para irse a jugar al beisbol con la pelota que fabricara con una canica y una media de hilo de la hermana.
Hay muchas maneras de recorrer una vida tan intensa, pero casi siempre, al hacerlo, se escuchan cuatro palabras. Casi siempre, porque a veces la experta voz del narrador se hincha de júbilo, y las cuatro palabras se convierten en tres: “¡Borja, no falles!” Y luego otras tres: “¡Gol de México!”
Es la película imaginaria de la vida de don Fernando Marcos. Hoy no le toca el noticiero que abre el programa cinematográfico. Hoy le toca la función estelar, pues a pocos días de cumplirse 100 años de su natalicio, es justo que el futbol mexicano rememore a un personaje que tanto le dio.
El 30 de noviembre de 1913, en los caóticos días de la dictadura huertista, nació el hijo de Egidio Marcos –un inmigrante gallego, nativo de Barro, en Pontevedra– y Filomena González –también española. No fue un niño ordinario: terminó la primaria en tres años, y por eso le sobró tiempo para trabajar en diversos oficios y entretenerse con diversos deportes. Pero entre todo ello, el rodar de la pelota terminó por enamorarle, seguramente influido por las ya referidas asistencias al Parque España. Ahí vio el juego nada preciosista pero sí muy efectivo de los albinegros, amos absolutos del balompié mexicano en aquellos años. Vio muchas cosas en esos partidos; incluso morir a un hombre que estaba sentado junto a él en la tribuna y que recibió un tiro en la cabeza luego de una riña.
La escuela pronto se volvió aburrida para alguien que desde que aprendió a leer tuvo en los libros a sus mejores amigos. Los mejores… hasta que quedó prendado de la pelota. Al poco tiempo, también las tablas que usaba como bates fueron hechas a un lado, y formó un equipo de futbol que jugaba tan bien que cuando el dueño del Germania, el club de la colonia alemana, lo vio, dijo que a partir de ese momento ese conjunto conformaría el cuadro infantil de “los fúnebres”. Y entonces vino el pacto: los mozalbetes juraron que o llegaban todos juntos a Primera o ninguno.
El destino hizo que el joven Marcos no pudiera cumplir esa promesa. Un día de 1931, el primer equipo del Germania tenía que afrontar un partido contando el entrenador suizo Piero Cattori con solo 10 jugadores. Notando el faltante, con toda astucia, Marcos se paseó frente al técnico hasta que éste lo llamó a cambiarse para entrar al campo de juego. Ese día anotó un gol, pero lo más importante fue que llamó la atención de Baltazar Junco, hábil directivo del Club España, quien le ofreció jugar con los albinegros el próximo partido, contra el América. El joven le metió un doblete a los cremas, por lo que Junco le pagó con 25 pesos (su padre le daba 50 centavos de “domingo”) y lo siguió invitando a jugar partidos con los hispanos, hasta que definitivamente le ofreció incorporarse oficialmente al equipo. Fiel al pacto con sus compañeros, Marcos declinó la oferta… por un tiempo: la firme autoridad paterna de don Egidio, fulminantemente, se impuso, y el extraordinario muchacho acabó vistiendo la casaca del equipo más laureado de toda la historia del futbol en México.
En el club hispano se reencontró con Luis “Tití” García Cortina, otrora su compañero de escuela en el Colegio Francés, y coincidió también con alguien con quien formaría una gran mancuerna dentro y fuera del campo: otro Luis, “el Pirata” de la Fuente. En las filas albinegras –de donde también saldría Manuel Alonso– se estaba gestando una de las mejores generaciones de futbolistas mexicanos de la historia.
Marcos ganó con el España la liga 1933–34. Cuando México tuvo que afrontar la eliminatoria para la Copa del Mundo Italia 1934, fue convocado a la selección nacional. De la Fuente y Alonso también. Al final de cuentas, nuestro biografiado solo jugó un partido eliminatorio, contra Cuba, el 18 de marzo de 1934, marcando uno de los goles con los que México aplastó a los caribeños esa tarde (4–1) en el Parque España. Pero siguió formando parte del seleccionado en toda la eliminatoria, incluido el encuentro decisivo en Roma contra Estados Unidos.

La aventura europea

Tras un viaje lleno de contratiempos, como divisiones entre los jugadores, la tan mexicana costumbre de dejar todo a la última hora (poco entrenamiento y mucha diversión en el barco), sin faltar –por supuesto– la clásica improvisación de los directivos, México arribó a la capital italiana seguro de vencer a los estadounidenses. Antes del partido, las vivencias ya se acumulaban: conocieron al Papa Pío XI, quien los bendijo; Fernando Marcos y Luis de la Fuente fueron arrestados por mentarle la madre a Mussolini; un supuesto director de cine italiano se “enamoró” del veracruzano… pero la verdad es que, entre la infaltable fiesta, el nerviosismo y la falta de preparación se iban acumulando.
El 24 de mayo, día del encuentro, en el Estadio del Partido Fascista (hoy aún en pie con el nombre de Flaminio), los dos seleccionados norteamericanos saltaron al campo. Los estadounidenses, con tres de los semifinalistas de 1930; los mexicanos, con seis jugadores del Necaxa y sólo uno del España: Manolo Alonso. Marcos y De la Fuente se quedaron en el banquillo. Su coequipero marcó el primer tanto al minuto 23, y todo parecía ir en orden, pero luego se apareció una pesadilla llamada Aldo Donelli y los gringos dieron la vuelta al marcador. Tras el descanso, el defensa derecho Antonio Azpiri fue expulsado. En ese tiempo se jugaba únicamente con dos zagueros y no había cambios. Los estragos de la ausencia de “El león de las canchas” fueron catastróficos: Donelli marcó otros dos goles, ante los cuales el tanto de “Nicho” Mejía, del Atlante, resultó insuficiente. Las barras y las estrellas se quedaban en Roma a disputar el mundial. El águila y la serpiente, maltrechas, deambularían por tierras europeas unas semanas más. Los federativos, confiados en que la selección clasificaría, habían comprado pasajes de regreso para mucho después.
En México, mientras tanto, en el Colegio Cristóbal Colón, donde Marcos trabajaba, toda actividad se suspendió para escuchar el partido por radio. A la decepción de la derrota del seleccionado se sumó la de que el maestro de ese plantel no actuó en el encuentro.
En el viejo continente, tras la derrota, el problema era costear la estancia de toda la delegación hasta que se pudiera volver. Para ello, se concertaron partidos en Suiza y en Holanda. Tras los mismos, vino el del 16 de junio en Gijón, contra la selección de Asturias. Aunque ésta venció por 5–2, cuatro jugadores llamaron la atención en la madre patria: el medio (luego sería defensa) Carlos Laviada y los delanteros Fernando Marcos, Manuel Alonso y Luis de la Fuente. Todos recibieron ofertas para quedarse a jugar en clubes hispanos. Laviada y Alonso aceptaron a la primera. Marcos y De la Fuente se negaron. De última hora, “el Pirata”, en buena medida motivado por obtener más dinero para el regreso de sus compañeros, accedió a quedarse a jugar en el Racing de Santander. Marcos tuvo que lanzarle sus maletas al muelle. Para él no había otro lugar para vivir que México. Convencido de su decisión, volvió a su país, llevando entre sus muchos recuerdos del viaje la visita al pueblo natal de su padre.

La lesión

De vuelta con el Club España, Fernando Marcos ganó con este equipo otra liga: la de 1935–36. Sería la última. En un partido contra los “rabanitos” del México, marcó tres goles. La respuesta fue una patada en la rodilla de la cual nunca pudo recuperarse. La breve carrera del futbolista había llegado a su fin. La del crack todólogo apenas estaba comenzando.

Si tienes algo que agregar o corregir sobre este tema, hazlo en los comentarios o escríbeme al correo abonannti@yahoo.com.mx poniendo en el tema del mensaje la palabra futbolpedia.

Las imágenes son utilizadas únicamente con fines ilustrativos y yo no soy el poseedor de los derechos de las mismas.

Mi grupo de Historia del Futbol en Facebook:

https://www.facebook.com/groups/365171053539560/?bookmark_t=group

domingo, 29 de septiembre de 2013

Silvio Piola: a un siglo

Aldo Bonanni

Un día como hoy, pero de hace un siglo, nació en Robbio, Italia, Silvio Piola, prototipo del clásico centro delantero italiano: ancestro en el campo y modelo de los Paolo Rossi, Schillaci, Vieri o Toni. Igual de potente y efectivo ante el marco que cualquiera de ellos, aunque sin duda con más técnica. Goleaba indistintamente con ambas piernas, remataba de cabeza y tenía un preciso disparo de media y larga distancia. Campeón del mundo en 1938, sigue ostentando la marca de ser el máximo realizador en toda la historia de la Serie A, y es también el tercer máximo anotador de la selección italiana. Por supuesto, es también el hombre que más goles ha anotado vistiendo la casaca de la Lazio, el equipo de sus mejores años.
Piola inició su carrera en el Pro Vercelli en 1929. Sus cualidades llamaron la atención de Eugenio Gualdi, presidente de la citada entidad romana, quien lo llevó a la misma, donde Piola viviría el clímax de su carrera. Con este club fue capocannonieri de la Serie A en 1936–37 y 1942–43, en ambas ocasiones con 21 goles.
Vittorio Pozzo lo convocó a la Nazionale B en 1934, para la cual disputó 6 partidos y anotó 11 goles que le valieron formar parte del equipo mayor, con el que debutó el 24 de marzo de 1935 en Viena, derrotando Italia a domicilio a Austria con dos goles suyos dentro de la Copa Dr. Gerö, un antecedente de la actual Euro y de la cual los azzurri se proclamaron campeones. Ese fue el primer título de Piola con Italia, pero el más importante, por supuesto, fue la Copa del Mundo de 1938, en la cual formó una gran pareja con Giuseppe Meazza. Con sus 5 goles, Piola fue el máximo goleador de su seleccionado y el tercer mejor anotador del torneo.
Jugó en total 34 partidos con la selección A de Italia. Para lo anecdótico resalta que el 13 de mayo de 1939, en Milán, se le adelantó nada menos que 47 años a Maradona en hacerle un gol con la mano a Inglaterra.
En 1943, mientras Italia se rendía a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, abandonó la Lazio y pasó a formar parte no de cualquier Torino, sino del Gran Torino, aquel mítico equipo en el que ya militaban Valentino Mazzola, Ezio Loik y Guglielmo Gabetto, con quienes integró una delantera de ensueño. Como dato curioso, fue en su etapa con este club en la cual Piola logró su mejor registro goleador en una temporada liguera, con 27 tantos.
Tras la interrupción de las competencias por el conflicto bélico, se integró a la Juventus, y después de dos temporadas pasó al Novara, donde se retiró en 1954, a la edad de 41 años. Como técnico dirigió al Cagliari.
Silvio Piola, tal vez el mejor “9” de toda la historia del calcio, falleció el 3 de octubre de 1996.


La ficha de su trayectoria

Para verla únicamente dale “click” a la siguiente imagen y recuerda que el presente trabajo es fruto de muchos años de investigación. Te agradeceré me des el crédito si usas esta información, tal como yo lo hago con quienes me apoyaron al respecto.


Si tienes algo que agregar o corregir sobre este tema, hazlo en los comentarios o escríbeme al correo abonannti@yahoo.com.mx poniendo en el tema del mensaje la palabra futbolpedia.
Las imágenes son utilizadas únicamente con fines ilustrativos y yo no soy el poseedor de los derechos de las mismas, excepto por la concerniente a las estadísticas.
Mi grupo de Historia del Futbol en Facebook: